Microcontratación y rotación temporal: dos patologías que se agudizan

 

Como se expone en la Memoria Sobre la Situación Socioeconómica y Laboral. España 2017, del Consejo Económico y Social (CES), a lo largo del 2017 (p. 354 y 358), “se celebraron 21,5 millones de contratos nuevos, incluyendo las conversiones a indefinidos, lo que supone un crecimiento del 7,6 por 100 sobre las cifras de 2016, acumulando cerca de 2,9 millones de contratos más (un 15,5 por 100) que en 2007 y 6,7 millones más (un 45,4 por 100) que en 2013”.

El total de contratos registrados en 2017, por consiguiente, se situó “muy por encima del que se había recogido en el último año antes de la crisis”, siendo especialmente visible, el “alza de los contratos temporales, que volvieron a crecer en 2017 en torno al 7 por 100, lo que supone 1,3 millones de contratos más que en el año anterior, encadenando ya cuatro ejercicios de rápido incremento en el volumen anual registrado”.

Siguiendo con el citado informe del CES, es importante destacar que la contratación indefinida también experimentó un crecimiento destacable (aunque inferior que en el año anterior), acumulando un 12,6 % de incremento sobre 2016. En total, se celebraron 19,5 millones de contratos temporales y 1,9 millones de contratos indefinidos. Y, si se comparan los datos de hace 10 años (de 2007 y 2017), hay un 12,1 % menos de contratos indefinidos y un 19,3 % más de contratos temporales.

En cuanto a la tasa de temporalidad, si bien alcanzó la cifra récord de un 34,1% en 2006 y se redujo al 23,4% en 2013, ha empezado a repuntar desde 2014 (con un 24%), alcanzando el 26,71 % en el cuarto trimestre de 2017 y del 26,80 % en el segundo de 2018.

La contratación a través de las ETT también está en expansión si se analiza la serie temporal que va desde el 2008 a 2017 (Estadísticas de Empresas de Trabajo Temporal. Junio 2018. MTMySS). En este período, a pesar de que el número de ETT se ha reducido considerablemente (pasando de 363 a 259), el número de cesiones de trabajadores ha pasado (en miles) de 1.582 a 2.157 (esto es, un 36% más); y el incremento de contratos de puesta a disposición también ha sido muy significativo, pues, en la misma serie temporal se ha pasado (en miles) de 2.207 a 3.853 (esto es, un 74% más). De ellos, los contratos eventuales y por obra son las modalidades más empleadas (sumando el 93,83 % del total en 2008 y el 98,11 % en 2017), incrementándose el uso de los primeros (pues, han pasado del 48,36 % al 54,95 %; y, los segundos, del 45,47 % al 43,16 %).

A mayor abundamiento, como se expone en la Memoria del CES de 2017 citada (p. 359), aunque se observa un ligero aumento de la duración media de los contratos temporales con respecto a 2016, pasando de 51 a 54 días, conviene tener en cuenta que la duración media es 27 días inferior que antes de la crisis y que “el aumento de 2017 es, por ahora, el único que se ha dado en el periodo de recuperación”.

Otro dato preocupante, siguiendo con la citada publicación, es que los contratos más cortos siguen experimentando un progresivo mayor peso, con un 28,5 % en los de una semana o menos, frente a un 28,1 % en 2016 y a un 26,5 % en 2015.

Y, al hilo de esta síntesis del CES y por modalidades de contratación temporal, debe destacarse que la duración media de los contratos de interinidad es de 30,7 días y de 43,3 y 54 días de los eventuales y obra y servicio, respectivamente. Y, con un poco más de detalle, es muy significativo que el 44,9 % de los contratos eventuales tienen una duración inferior a 7 días (y un 72% es inferior a un mes); mientras que en el caso de los interinos es del 23,3 % (y un 36,8 % inferior a un mes); y de los de obra y servicio del 11,4 % (14,6 % inferior al mes). Finalmente, para complementar esta aproximación, debe tenerse en cuenta que el 80,4 % de estos últimos contratos y el 55,1 % de los interinos sus duraciones son indeterminadas.

Incidiendo en la descripción de este fenómeno de microcontratación temporal y rotación excesiva, siguiendo el interesante trabajo de CONDE RUIZ et AL. (2018, Calendar Effects in Daily Aggregate Employment Creation and Destruction in Spain, p. 7 a 12), se aprecia una muy alta y regular creación y destrucción de empleo diario conforme a los patrones del calendario. Según estos autores, la combinación del “efecto lunes”, “efecto viernes”, el inicio y el fin de cada mes y el inicio y fin de las vacaciones ha provocado el comportamiento “bulímico” del mercado de trabajo español. De hecho, la recuperación económica, lejos de reducir este fenómeno, lo está amplificando, pues, las empresas están recurriendo aún más a la temporalidad y a la rotación de los trabajadores.

Una muestra muy significativa de este proceso se produjo el 31 de agosto de 2018 (viernes, fin de mes y de período estival), pues, se dieron de baja 363.017 afiliados y solo 58.375 de alta, arrojando un saldo neto (de record) de -304.642.

A la luz de estos datos, es evidente que el mercado de trabajo padece una dualidad/segmentación patológica y lo más preocupante es que este problema no se ha corregido en décadas y, al cronificarse, se ha dificultado superlativamente su corrección (en este blog he expuesto algunas medidas que, modestamente y en hipótesis, podrían contribuir a paliar esta situación).

La actual fragmentación parlamentaria dificulta la consecución de amplios consensos. No obstante, en tanto que es evidente que el tiempo no corre a nuestro favor, no entiendo a qué estamos esperando …

 

 

 

 

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