Neurotecnología, Inteligencia Artificial y Neuroderechos (Ponencia)

By #mysisolove

 

 

En el marco del proyecto de investigación del Ministerio de Ciencia e Innovación titulado “Algoritmos extractivos y neuroderechos. Retos regulatorios de la digitalización del trabajo” que, junto con el Prof. Adrián Todolí, codirijo, se organizó el Congreso «La IA en el mundo del trabajo» (celebrado en Valencia los días 20 y 21 de junio).

En este contexto tuve oportunidad de impartir una ponencia con el siguiente título: «Neurotecnología, Inteligencia Artificial y Neuroderechos«.

Como saben, a resultas de esta línea de investigación, han sido diversos los trabajos publicados en revistas sobre esta temática (pueden consultarse aquí), así como el libro Inteligencia artificial y neuroderechos: la protección del yo inconsciente de la persona.

El cerebro es un órgano misterioso. Está aislado y sólo conoce del mundo exterior de forma indirecta, a partir de las señales electroquímicas que recibe de los diversos sentidos. A diferencia del corazón, con sus latidos, o el estómago, cuando se mueve o gruñe, no emite señal sensorial alguna de su existencia. Es imperceptible para nosotros. En contraste, en este momento (en realidad, en cualquier instante de sus vidas hasta el ocaso), las redes de su cerebro bullen de actividad a través de combinaciones neuronales de una naturaleza extremadamente intrincada y cambiante. Como apunta David EAGLEMAN (en El cerebro y en Una red viva: La historia interna de nuestro cerebro): «miles de millones de señales eléctricas [en forma de picos de voltaje que se desplazan] recorren las células a gran velocidad, [desencadenando] pulsos químicos en miles de billones de conexiones entre las neuronas». Esta comunidad activa de billones de organismos conforma una tela viva tridimensional que se desplaza, reacciona, se adapta y se entrelaza para maximizar su eficiencia, creando, a través de infinidad de ramificaciones, elaboradas conexiones neuronales que florecen sin cesar, mueren y se reconfiguran.

Desde hace unos años, se ha iniciado una carrera desenfrenada por descifrar el código cerebral. Esta titánica tarea aspira decodificar cómo las neuronas crean ideas, pensamientos, emociones, recuerdos, el sentido de autoconciencia o de identidad. Los avances en este ámbito, como les expuse en esta entrada, son prodigiosos y se espera alcanzar cotas todavía más asombrosas.

Por ejemplo, ya se está trabajando en la elaboración de gemelos neuronales (es decir, réplicas digitales personalizadas del cerebro) que permitan terapias de neuromodulación personalizadas. Mediante técnicas de imagen avanzadas como la resonancia magnética y sofisticados algoritmos de segmentación de imágenes, la idea es desarrollar «modelos cerebrales tridimensionales detallados que simulan corrientes eléctricas con alta precisión, adaptando los montajes de electrodos a la anatomía de cada individuo para una terapia de neuromodulación personalizada y optimizada».

O bien, como exponía recientemente el neurocientífico Rafael YUSTE, partiendo de la hipótesis que los pensamientos, imágenes o recuerdos se codifican en conjuntos neuronales, es posible reactivarlos mediante un estímulo producido con un láser. Por ejemplo, aplicando esta tecnología en el corteza visual de ratones, es posible hacerles creer que están viendo algo que en realidad no estaban viendo (es decir, somos capaces de activar el conjunto neuronal que se corresponde con una imagen, provocando que el cerebro la recree). Como apunta él mismo, si se ha manipulado un ratón, podría hacerse con una persona.

La proliferación de dispositivos que parametrizan cada vez más dimensiones del comportamiento y el pensamiento humano y/o a niveles de mayor profundidad, junto con la proliferación acelerada y masiva de neurotecnologías de consumo hace que el escudo óseo del cráneo ya no sea suficiente para mantener a salvo aquello que nos hace humanos y define nuestra identidad, autonomía y personalidad.

Como pueden imaginarse, tal y como he desarrollado en la ponencia titulada «Personas trabajadoras, algoritmos extractivos y neurotecnologías: la amenaza de los neurodatos y de otros datos mentales«, presentada recientemente en las XXXIV Jornadas Catalanes de Dret Social (y que espero compartir en breve), todo apunta a que estamos en la antesala de lo que podría calificarse como la intromisión «definitiva».

En efecto, se están dando las condiciones para que sea posible tunelar en estratos muy profundos de la mente humana, inaccesibles para la conciencia y, por lo tanto, vetados a la introspección.

Soy consciente que se trata de un tema un poco «esotérico» y, quizás, piensen que, no sólo queda extramuros del derecho del trabajo, sino que, además, apela a un futuro muy remoto.

Permítanme invitarles a la visualización de la ponencia que impartí en Valencia (son 45 minutos) para tratar de rebatir estas dos posibles objeciones: es probable que el mundo del trabajo sea el ámbito social en el que antes se recibirá el impacto de estos avances tecnológicos. Y, además, hay indicios que invitan a pensar que ya se está materializando.

Espero que sea de su interés. Les facilito el enlace en youtube.

 

 

 

 

#AIFree

 

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