Somos nosotros quienes imbuimos valor al dinero y, por lo tanto, es claro que es un constructo psicológico. Por consiguiente, nuestra relación con él, inevitablemente, también se desarrolla en esta dimensión.
La psicología de la conducta ha hecho algunos descubrimientos muy interesantes al respecto, con importantes implicaciones cotidianas y profesionales (impactando obviamente en el ámbito laboral).
El propósito de esta entrada es compartir algunas de estas dimensiones.