La ceguera del frente de batalla 

 

La trascendencia de los acontecimientos mientras se están viviendo en el presente difícilmente puede ser percibida.

La pandemia probablemente esté amplificando esta circunstancia, pues el grado de incertidumbre es tal que parece que hemos quedado atrapados en el presente.

La tiranía del día a día (¿a ver qué pasará hoy?), ha limitado nuestra capacidad de hacer cualquier planificación a corto y medio plazo.

Parece (parafraseando a GILBERT, 34) que estamos en un mundo sin «más tarde».

Esto contrasta con una de las propiedades de la «Historia». Como apunta RIVERA (207), la descripción (décadas más tarde) por parte de los historiadores del pasado, tiene la «virtud» de ofrecer una visión ordenada de los acontecimientos, un cuadro coherente, desvelando una relación causal de los factores que, gracias a la dirección racional de los hombres (de unos pocos), precipita la convergencia hacia un resultado final.

No obstante, lejos de esta secuencia ordenada, lo más probable es que la resultante sea un producto impremeditado, tejido a partir de las improvisaciones singulares de cada uno de los innumerables participantes.

En este sentido, las reflexiones que RIVERA (208 y ss), a propósito de la descripción que hace TOLSTOI de la batalla de Borodino en Guerra y Paz, son muy elocuentes:

«los propios protagonistas directos de la contienda salen aturdidos de ella, sin saber si han triunfado o han sido derrotados (…). Aquel abigarrado mosaico de hombres desconcertados que ponen en juego su mejor repertorio de destrezas para sobrevivir en circunstancias excepcionales, todo aquel impenetrable acervo de pequeños aciertos y pequeños errores cometidos por oscuros personajes anónimos, desaparece en favor de la persuasiva narración de una especie de partida de ajedrez jugada entre un número limitado de grandes hombres. Levántandose frente a este empeño recurrente y desfigurador de hacer pasar como algo sometido al control inteligente de los hombres aquello que en realidad ha sido un espeso cúmulo de consecuencia no buscadas, Tolstoi se atreve a poner de manifiesto ‘la poca trascendencia que, según mis ideas, tienen los llamados grandes hombres en los acontecimientos históricos'».

El COVID-19 nos ha empujado a un escenario similar.

No pretendo atribuir o quitar méritos a los responsables (de todos los niveles) que están dirigiendo desde diversos ámbitos las respuestas a la alarma sanitaria. Como ya les expuse en una ocasión, no creo que me corresponda hacerlo y, además, mi opinión no deja de ser una gota (minúscula) en el océano.

Lo que pretendo, en cambio, es resaltar la importancia de estas microintereacciones de cada uno de nosotros.

Especialmente porque formamos parte de lo que se conoce (HOLLAND, 20, 24 y 27) como «sistemas complejos adaptables» y, por consiguiente, somos (¡nada más ni nada menos!) agentes interactuantes que, con el transcurso del tiempo, modificamos nuestras reglas a medida que acumulamos experiencia.

De modo que emergen comportamientos complejos a partir de las interacciones agregadas de agentes menos complejos.

Es como si (y, por favor, no se ofendan) se creara un (27) «organismo inteligente construido con partes poco inteligentes».

Y, como apunta RIVERA (209 y 210), esto es compatible con que haya actores con más poder que el resto para influir en el curso de los acontecimientos; pero tal poder diferencial dista enorme y decisivamente del control absoluto al que (de forma ingenua) se les acostumbra a atribuir.

De hecho, en esta línea, los historiadores nos acabarán ofreciendo una visión macroscópica y un relato «ordenado» de nuestro tiempo (con sus correspondientes ganadores, perdedores, héroes y villanos).

Esto podría llevarnos a pensar (212) que el impacto de cada una de nuestras elecciones individuales en el resultado final es despreciable. Y esta insignificancia podría arrojarnos a una despreocupación sobre el devenir futuro.

Sin embargo, en esta alarma sanitaria, tengan en cuenta que el «orden emergente», hoy oculto y que sólo el tiempo acabará describiendo, será principalmente el resultado de la inextricable maraña de todas y cada una de nuestras valerosas microacciones.

No desistan en el empeño y ¡cuídense!

 

 


Nota: hoy los ilustradores han querido jugar con nuestra percepción … 

 

Bibliografía

  • GILBERT, D. (2006), Tropezar con la felicidad, Ariel.
  • RIVERA, J. A. (2000), El gobierno de la fortuna, Crítica.
  • HOLLAND, J. H. (2004), El orden oculto, Fondo de Cultura Económica.

 

 

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