En esta entrada, a partir del análisis de la evolución histórica (1983-2014) del número de huelgas, trabajadores participantes, jornadas no trabajadas y tasa de participación trato de evidenciar que la huelga como medida de presión se halla, pese a la crisis, en un estadio de baja conflictividad real.
No obstante, parece que la reforma laboral 2012 está colocando a los trabajadores en situaciones significativamente más duras en términos de condiciones de trabajo y les empuja a plantear acciones de resistencia más prolongadas. Lo que confirmaría que la huelga se ha convertido – verdaderamente – en la última ratio para contener las amplias facultades de flexibilidad interna y externa que ostenta en la actualidad el empresario.