El efecto combinado de big data y la expansión sin precedentes de la estadística computacional (todavía lejos de la «inteligencia» en el sentido humano del término) está posibilitando una cartografía humana exhaustiva. Nuestras intenciones, emociones y estados de ánimo, como si estuvieran tras una pared de cristal, ya pueden ser leídos. Este acceso al patio trasero neuronal describe un nuevo desafío porque estas máquinas están acumulando capacidad para aguijonear la mente, acceder al yo inconsciente y condicionar subliminalmente el comportamiento.